viernes, 1 de julio de 2016

Cómo hacer tertulias literarias

Lectura por placer

¿Quieres saber cómo hacemos tertulias literarias con nuestros alumnos? ¿Consideras una prioridad aumentar la empatía, el respeto y el conocimiento y mejorar la competencia lingüística? Vamos a hablar de una actuación educativa de éxito que, una vez integrada en la programación de aula, difícilmente se dejará de hacer.

Hace un tiempo te conté lo especiales que son las tertulias literarias para nosotros (alumnos, maestros y, alguna vez, también otros maestros y familiares que nos han visitado). Hoy voy a compartir contigo el modo en que realizamos esta actuación de éxito con nuestros alumnos, que han acabado cuarto de primaria. ¿Te vienes? 


En primer lugar, tengo que aclarar que esta entrada no es un manual de uso, ni estoy cualificado para dar formación sobre actuaciones educativas de éxito. Solo soy un maestro que ha comenzado a aplicarlas y que entiende que el conocimiento, como las experiencias, debe ser compartido.

Antes de empezar, necesitamos:
  • Formación del docente en aprendizaje dialógico y tertulias literarias.
  • Elegir un clásico de la literatura universal.
  • Acordar el fragmento del libro que nos vamos a leer antes de hacer la tertulia literaria, y cuándo se realizará. Cada uno leerá el fragmento y anotará el párrafo que más le haya llamado la atención, apuntando también el motivo por el cual quiere compartirlo cuando llegue el momento de la tertulia.
  • En función de la edad de los alumnos, se necesita mayor o menor implicación de las familias o de otras personas que voluntariamente ayudan a los niños a comprender lo que leen. Por ejemplo, un niño de 4 años puede necesitar ayuda en el 100% de su lectura; uno de 8 años debería tener a alguien cerca que se asegure de que entiende lo que lee; uno de 11 años puede usar un diccionario y solo preguntar a alguien más capaz aquellas dudas que se deriven de fragmentos complicados (esto son solo ejemplos).

El día de la tertulia 
Nos sentamos en círculo, de forma que todos nos podamos ver las caras. Cada uno tiene su libro y una hoja o un pequeño cuaderno en el que ha apuntado el párrafo que quiere compartir y el motivo.

El moderador tiene una libreta en la que irá apuntando a las personas que quieren participar, para después ir dándoles el turno (solo el moderador habla y da la palabra a los demás; nadie interrumpe a nadie).

Los alumnos que tienen algo que compartir levantan la mano. El moderador apunta en orden los nombres de todas las personas que quieren compartir párrafo de cada una de las páginas que habíamos acordado leer. Así tiene una idea de cuántos participarán y podrá gestionar el tiempo para hacerlo posible. 

Comienza la magia. El primer alumno dice qué párrafo quiere compartir, lo lee en voz alta y los demás lo siguen en sus respectivos libros. Tras leerlo, explica por qué comparte ese párrafo en concreto (porque le recuerda a una vivencia personal, porque le extraña el comportamiento de un personaje, porque valora positivamente o negativamente algo que ha ocurrido en la historia o por cualquier otro motivo).

Otros alumnos pueden pedir turno al moderador (mediante una señal previamente acordada) para intervenir, si quieren decir algo relacionado con lo que ha compartido el compañero. De este modo, se producen diálogos en los que construimos conocimiento entre todos y creamos sentido. Es en estos momentos donde entendemos que la inteligencia es colectiva, realmente. 

Recuerda que el moderador debe gestionar el tiempo; en ocasiones deberá cortar un diálogo para evitar que algún compañero se quede sin compartir su párrafo.

El moderador irá dando paso a los siguientes participantes, hasta que todos hayan compartido sus párrafos. 

Es muy importante que nos aseguremos de que todos leen el fragmento acordado antes del momento de la tertulia. Es la única forma de garantizar que la actuación tendrá éxito, puesto que ha de ser inclusiva y no debemos dejar a nadie fuera.

Al principio, el maestro era el moderador y se aseguraba de que hubiese respeto absoluto en los turnos y de que todos pudieran compartir el fragmento que hubiesen decidido. Al cabo de unas pocas sesiones, empezamos a elegir al azar un moderador para cada tertulia (una sesión a la semana), de entre aquellos alumnos que quieren aceptar esa responsabilidad y si los demás lo ven apropiado. Te digo esto porque en nuestra clase ponemos como condición que el moderador sea una persona que trate bien a los demás, ya que su función es asegurar el diálogo igualitario y la participación de todos. 

Dificultades que hemos ido superando gradualmente 

Algunos alumnos no leían el fragmento acordado hasta que buscamos los momentos y la ayuda adecuados.

Las interrupciones se redujeron drásticamente cuanta más participación hubo. La actuación debe incluir a todos.

Los alumnos con más dificultades pueden tardar en sentirse seguros para participar, pero es muy importante que consigamos que lo hagan. Se necesita respeto y solidaridad de todos. Como maestro, he de decir que fue muy emocionante ver cómo aquellos alumnos que nunca hablaban en voz alta empezaron a participar más y con más seguridad en sí mismos.

El moderador debe controlar el tiempo para garantizar que todos comparten su párrafo. Al principio, surgían diálogos tan interesantes que se acababa el tiempo de la tertulia y algunos compañeros se quedaban sin compartir su párrafo. La tertulia continuaba la semana siguiente. Esto se debe evitar a toda costa, ya que baja la motivación y les empuja a elegir párrafos de las primeras páginas acordadas para no arriesgarse a quedarse fuera por falta de tiempo. Por eso te decía que el moderador tendrá que cortar diálogos en ocasiones para pasar a la siguiente intervención.  

No hay que olvidar nunca que las tertulias son un espacio en el que debe haber respeto absoluto hacia las intervenciones y las opiniones de los demás. Debemos asegurar que esto se cumpla en todo momento.

Uno de los puntos fuertes de esta actuación, como ves, es que no requiere mucha preparación, ni implica a muchas personas; ni siquiera se necesita una gran inversión de dinero ni permisos especiales.  

Como conclusión, quiero señalar la importancia de que el maestro (o profesor, si es tu caso y te parece importante la distinción) tenga paciencia para dos asuntos:

Por un lado, paciencia para formarse, investigar y estar dispuesto a evaluarse para aprender de los errores que cometa (porque los cometemos). 

Por otro lado, paciencia para asumir que a un grupo de alumnos le lleva tiempo llegar a sacar el máximo provecho de este tipo de actuaciones. Van asimilando poco a poco los principios del aprendizaje dialógico (si se trabajan en el día a día) y van aplicando lo que aprenden no solo a las sesiones de grupos interactivos y de tertulias literarias, sino a cualquier momento de la jornada escolar e incluso fuera de ella.

En definitiva, además de aumentar las competencias de nuestros alumnos, lo que buscamos es prepararlos para que se conviertan en personas críticas, capaces de transformar el mundo, de defender su opinión respetando las de los demás y de convivir en paz.

“Es preciso que la debilidad de los débiles se transforme en una fuerza capaz de instaurar la justicia. Para ello es necesario un rechazo definitivo del fatalismo. Somos seres de transformación y no de adaptación”
Paulo Freire, 2002.

[Imagen: Pixabay]

6 comentarios:

  1. Hola Luis, me ha gustado mucho que contaras las tertulias desde tu experiencia en el aula, sobre todo la parte de cómo ir superando las dificultades, es un acercamiento más vive cual a las tertulias y un ejemplo para que otros y otras docentes se animen para ponerlos en marcha.
    ¡Un saludo!

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    1. Muchas gracias, José Francisco. En realidad empecé el blog porque precisamente veo la necesidad de que los docentes compartan más.

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  2. Hola Luis,muchísimas gracias por compartir tu experiencia.

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    1. Gracias a ti por el reconocimiento. Vuestros comentarios son vitaminas para mí.

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  3. Muchísimas gracias por tu información. Te solicitaremos formación más adelante para poder ponerlas en práctica. Es una actividad apasionante.

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  4. Gracias a vosotros por estar dispuestos a mejorar. Para cualquier cosa, escribidme.

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